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... porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.
Mat.6: 13b RVR.
Recordemos que Dios eligió llevar muchos hijos a la gloria (Heb.2:10 NTV), que Jesús le pidió a Su Padre que a los que él les había dado estuvieran con él para que vieran la gloria que le había dado (Jn.17:24; 14:1,3 NTV).
Que cuando nos volvemos a Jesús el velo que cubre nuestro corazón para que no entendamos La Palabra es quitado para que podamos ver y reflejar la gloria del Señor. (2Co.3:16 NTV). Que el Señor quien es el Espíritu nos hace más y más parecidos a él a medida que somos transformados a su gloriosa imagen. (2 Co.3:18 NTV).
Es decir, que somos comparados con un espejo que cuando estamos descubiertos miramos y reflejamos la gloria del Señor. Mientras estemos mirando como en un espejo, somos continuamente transformados a la misma imagen gloriosa del Señor por el Espíritu Santo.
La gloria está conectada con la transformación y la la Luz. (2Co.4:6 PDT).
¿Por qué debemos reflejar la gloria de Dios?
- Porque fuimos creados a imagen de Dios: (Gén.1:27). Él nos da a su Hijo para que reflejemos su gloria. (2Co.3: 16,18)
- Porque Jesucristo mora en nosotros. Su presencia debe hacerse realidad en nuestras vidas, su carácter, sus enseñanzas, su estilo de vida. Él es luz y si le seguimos nunca andaremos en tinieblas, sino que tendremos la luz que da vida (Jn.8:12 PDT); por lo tanto, somos ahora hijos que pertenecen a la luz y vivimos como hijos de luz. (Ef.5:8 PDT).
Pero hay cosas que empañan la imagen de Dios en nosotros que pueden distorsionar el reflejo de Jesús en nuestras vidas.
Hay una luz que sale de nuestro interior y otra luz que tiene que ver con nuestro exterior, así que podemos alumbrar por ambas partes: desde nuestro interior y desde nuestro exterior.
- El Yo reinando: Cuando decidimos caminar según nuestro propio criterio, cuando queremos hacer las cosas a nuestra manera, cuando decidimos ignorar la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas, cuando creemos que no necesitamos ayunar, consultar La Palabra de Dios porque sentimos que podemos hacer todas las cosas. Cuando no perdonamos, etc.
- La poca fe o la incredulidad de su presencia: Esto nos lleva a no orar, no adorar, no ser agradecidos (queja, amargura), no escrudiñamos La Palabra y por consiguiente no hay revelación, no tenemos visión, no sabemos cuál es el propósito de la iglesia ni de nosotros.
Lo que opaca el exterior de nosotros la gloria de Dios:
- El mal testimonio: Nuestro hablar, actuar, ser, andar y carácter debe reflejar la gloria de Dios. Esto es testimonio de vida. La evidencia del cambio que Jesucristo ha realizado en nuestras vidas
El nombre de alguien habla de reputación, de fama y tener buena fama es mejor que el oro y la plata. (Pr.22:1 PDT).
¿Cuál es la fama que tengo?
(Gál.1:22,23) ¿Por qué? (Gál.1:10) PDT. A Pablo le preocupaba lo que pensara Dios de él. El nombre de Dios y de Jesús es aceptado o rechazado por nuestra fama.
Actitudes de mal testimonio:
Ser mentirosos, pícaros, peleoneros, chismosos, vulgares, deshonestos, iracundos, gritones, amargados, desatentos, desconsiderados, malos trabajadores, etc. etc.
Es un privilegio poder ver y reflejar la gloria de Dios, pero también es una responsabilidad. (Ro.8:28,30 PDT)
La Palabra nos enseña a parecernos a él, ella por el poder del Espíritu Santo nos transforma cada vez más a su gloriosa imagen para que alumbremos el exterior.
¿Cuál debe ser mi respuesta?
DIOS TE BENDICE.
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