Los discípulos están sentados
alrededor de la mesa en la última cena escuchando al Maestro. Entre otras cosas
él les dice:
Si
ustedes realmente me conocieran, también sabrían quien es mi Padre. De ahora en
adelante, ya lo conocen y lo han visto. Felipe le
dijo: Señor, muéstranos al Padre y quedaremos conformes. Jesús
respondió: Felipe, ¿he estado con ustedes todo este tiempo, y todavía no sabes
quién soy yo? ¡Los que me han visto a mí han visto al Padre! Entonces, ¿cómo me
pides que les muestre al Padre?
(Juan
14: 7,9) NTV
Felipe
siempre quería que le mostraran, era metódico y sistemático. No titubeaba en
interrumpir a Jesús en medio de sus discursos para hacerle una pregunta. Pero
Jesús no lo regañó nunca por su imprudencia, fue paciente y comprensivo por la
incapacidad de comprender significados más profundos de la enseñanza. Fue el único que se atrevió a decirle: muéstranos
al Padre y quedaremos conformes. Aunque la petición pudo sonar imprudente, de
ella resultó una gran afirmación teológica sobre la esencia divina de Cristo: “En
él habita toda la plenitud de Dios en su cuerpo humano” (Colosenses 2:9).
Felipe
quería ver al Padre, al igual que muchos de nosotros y quizás es un anhelo de
muchas personas y lo siguen buscando de muchas maneras, pero lo que no saben al
igual que Felipe, es que quien ha visto a Cristo también ha visto al Padre. Jesús vino a revelar
al Padre a través de su persona, sus enseñanzas y sus obras.
Entre más conozcamos
a Jesús, más conoceremos al Padre.
Desde el momento que recibimos a Jesús en nuestro corazón,
él está a nuestro lado, pero,
¿realmente lo
conocemos?
¿Hemos sacado tiempo para estar en Su Palabra?
¿O nos hemos conformado con lo que oímos?
Su
Palabra es la que da testimonio de Jesús y nuestra motivación sería
escrudiñarla.
Señor, danos discernimiento espiritual para poder conocerte
a través de tu Palabra y conocer también al Padre. Amén.
DIOS
TE BENDICE.
Comentarios
Publicar un comentario