El apóstol Pablo le dice a su discípulo Timoteo, que él se acuerda de su fe no fingida, la cual habitó primero en su abuela Loida, y en su madre Eunice, y que está seguro que en él también. (2 Timoteo 1:5 RVR)
¿Cómo saber si nuestra fe es fingida?
La Palabra nos da suficientes pruebas para examinarla: si confesamos con nuestra boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. (Romanos 10:9,10 RVR)
En estos versículos encontramos alguno de los contenido de la fe: confesar y creer en su corazón. La confesión bíblica va mucho más allá de la repetición de una oración. Es la manifestación del corazón, es el conocimiento, la confianza y la seguridad de la obra redentora de Cristo.
Si confesamos y creemos en nuestro corazón que Jesús es el Señor y que Dios lo levantó de los muertos, no solo debemos tener el conocimiento sino también la convicción de quién es Cristo, de su obra, muerte y resurrección, de su exaltación y señorío.
La Palabra seguirá dándonos convicción por el Espíritu Santo y afianzando nuestra fe. Esto nos dará una fe genuina.
REFLEXIÓN:
¿Puedo ahora confesar con plena convicción y conocimiento que Jesús es el Señor e invitarlo a que venga a mi corazón?
Con tus propias palabras puedes hacerlo. Lo importante es hacerlo de corazón.
DIOS TE BENDICE.
Bibliografía: revistatesoroscristianos.
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