Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día; deseando verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de gozo; trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también. Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. (2 Timoteo 1: 3,5) RVR.
El apóstol Pablo le escribe a su hijo espiritual Timoteo que estaba en Éfeso. Esta ciudad era un puerto muy próspero visitada por muchos turistas quienes iban a visitar el templo de la diosa Diana.
En sus cultos se permitía el libertinaje sexual y la prostitución femenina y masculina se ejercía en los recintos del templo.
Éfeso, era una ciudad idólatra y también era famosa por la gran cantidad de hechiceros y magos.
Pablo, le recuerda la fe no fingida que le transmitió su abuela y su madre y le aconseja que avive el fuego del don de Dios que hay en él.
Loida y Eunice ejercieron mucha influencia sobre Timoteo a pesar de que su padre era griego. Ellas le plantaron la Palabra en su corazón, ellas fueron quienes lo instruyeron y por lo tanto Timoteo vivía según la cultura del Reino de Dios y no según la cultura de la época.
REFLEXIÓN:
¿A quién le estamos dejando la instrucción de nuestros niños en La Palabra de Dios? A la iglesia? ¿Al colegio? ¿Al internet? O soy yo quien estoy asumiendo esta responsabilidad?
DIOS TE BENDICE.
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