24.- Pero llegando
también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres
hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; 25.-
por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo
que es tuyo. 26.- Respondiendo, su señor, le dijo: Siervo malo y negligente,
sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. 27.- Por
tanto, debes haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera
recibido lo que es mío con los intereses. 28.- Quitadle, pues, el talento, y
dadlo al que tiene diez talentos. 29.- Porque el que tiene, le será dado, y
tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado, y al siervo
inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de
dientes.
Mateo 25: 24,30 RVR.
El tercer siervo trató el talento como una cosa
muerta, que como cosa muerta se entierra. Jesús lo describe
como siervo malo, perezoso e inútil. Era
ocioso, haragán y sin provecho alguno.
Este siervo intentó
excusarse confesando su temor. No conocía a su amo.
Es cierto que los súbditos
del reino no son iguales en cuanto al número de talentos que reciben, pero pueden ser iguales
en cuanto a fidelidad, en poder, fuerza, eficacia, energía o habilidad bajo el control
del Espíritu Santo.
REFLEXIÓN:
Pídele al Señor que te
revele a través de Su Espíritu cuál o cuáles talentos tienes enterrados y
decide en el nombre de Jesús desenterrarlo para que empieces a negociar.
DIOS TE BENDICE
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