RECOGEMOS MÁS DE LO QUE SEMBRAMOS.
Observemos el lado positivo de esta ley en la vida de David:
David hizo siempre lo que el Señor quería, obedeciendo siempre sus mandatos. En lo único que David no obedeció al Señor fue en lo relacionado con Urías el hitita. (1 Reyes 15: 5 PDT).
La mayor parte de su vida, David sembró buenas semillas, su pecado anterior nunca más lo repitió. Recogió la cosecha con resignación y siguió sembrando buenas semillas.
Después que él murió esas buenas semillas perpetuaron en los reyes que lo siguieron:
- En honor a David, el Señor su Dios, le permitió a Abdías reinar en Jerusalén. (1 Reyes 15: 1,4).
- Por amor a David Dios no le quitó el reino a su hijo Salomón. "David era mi siervo; lo haré por él y por Jerusalén, la ciudad que yo elegí". (1 Reyes 11: 12,13 PDT).
- El rey Joram, el séptimo de la casa de David hizo lo que le desagradaba a Dios. Pero el Señor no destruyó a Judá por la promesa que le había hecho a su siervo David. El Señor había prometido que reinaría siempre alguien de la familia de David. (2 Reyes 8: 16, 19 PDT).
Hay cosechas que estamos recogiendo que no sembramos de nuestros padres, abuelos y antecesores. Por eso no nos cansemos de hacer el bien porque nuestros hijos y nietos pueden recoger la buena cosecha.
DIOS TE BENDICE.
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