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ENSEÑANZA: AFORTUNADO EL QUE NO DUDE DE MI


 

    

El evangelio de Juan recoge varios testimonios sobre Cristo, entre ellos el de Juan el Bautista mostrando que la fe en él estaba basada en evidencias.

Desde el versículo 1 hasta el versículo 34, Juan el Bautista da testimonio de Jesús:

Él dice que fue enviado por Dios para dar testimonio de La Luz, para que todos los seres humanos pudieran creer y todo el que lo aceptara y creyeran en él les daba potestad de ser hijos de Dios. Abiertamente le decía a la gente “Este es el del que yo les hablaba. Era de él que les decía: “El que va a venir después de mi es más importante que yo porque existía antes que yo” (Jn.1:15).

Los judíos de Jerusalén enviaron a unos sacerdotes y le preguntaron a Juan ¿quién eres tú? Él sin titubear les contestó: “Yo no soy el Cristo”. Entonces quién eres para poder llevar alguna respuesta a los que nos enviaron. Él dijo: “Yo soy el que grita en el desierto: ¡Enderecen el camino para el Señor!  Entonces, si no eres el Cristo, ni Elías, ni el Profeta, ¿por qué bautizas?  “Yo bautizo con agua, pero entre ustedes hay alguien que no conocen y él viene después de mí. Yo no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias (Jn.1: 19,28) Él los bautizará con el Espíritu Santo y fuego”. (Luc. 3:16)

Al día siguiente, Juan vio que venía Jesús hacia él y dijo: “Miren, él es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. A él me refería cuando dije: “Hay un Hombre que viene después de mí que es más importante que yo porque existía antes que yo”. Yo mismo no lo conocía, pero vine a bautizar con agua para que Israel sepa quién es él.

Jesús vino para que lo bautizara y tan pronto salió del agua, Juan dio testimonio de lo que vio:

 “Yo vi al Espíritu que bajó del cielo en forma de paloma y se colocó sobre él. Yo no lo conocía, pero Dios que me envió para que bautizara en agua me dijo: “Tú verás al Espíritu bajar y colocarse sobre el que bautiza con el Espíritu Santo” Lo he visto y por eso doy testimonio de que este es el Hijo de Dios.

Juan el Bautista recibe la revelación misma de Dios y la revelación de Dios es más que un pensamiento, una idea o producto de los razonamientos; es la acción de Dios de algo inexplicable, algo que está más allá de lo que se entiende como natural. Juan el Bautista sabía cuál era su propósito en el mundo: anunciar la venida del Salvador, él preparó el camino del Mesías con su llamado al arrepentimiento.( Luc.3:3; 19,20)

En el Libro de Luc 7: 18 en adelante, encontramos a Juan en la cárcel y sus seguidores le contaron los milagros que hacía Cristo.  Entonces le envió un mensaje a Jesús para que le preguntaran si realmente él era el que iba a venir o debían esperar a alguien más. Jesús pudo haberle citado muchas razones para convencerlo que él sí era el Mesías, pero su respuesta fue sencilla: “Vayan y cuéntele a Juan lo que han visto y escuchado. Los ciegos ven, los cojos caminan, los leprosos son sanados, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia” “Afortunado el que no dude de mi”.

Después de que los mensajeros de Juan se fueron, Jesús empezó a hablar a la multitud de Juan y les dijo que él era el mejor hombre que había nacido, que era más que profeta y en él se cumplía la profecía de Malaquías 3:1: “Oye, te envío un mensajero delante de ti, quien preparará el camino para tu venida”.

“La esperanza que se demore hace que el corazón se enferme….. (Pr.13:12)  

Juan después de recibir semejante revelación duda de quién es Jesús, él seguramente esperaba que lo sacara de la cárcel porque precisamente a eso había venido. Cuando nos enfocamos en lo que Dios no está haciendo, nos abrimos a que se produzca una ofensa personal, nos ofendemos con él y entonces nos hacemos socios de la incredulidad, lo cual es contrario a Dios.

Bienaventurado el que  no dude de mi”.    (Luc 7:23)

Todos estamos expuestos al desaliento, al desánimo, a la vulnerabilidad que apaga el fuego. Jesús enfoca a Juan en lo que Dios Sí estaba haciendo.  Lo que permite que avancemos es alimentarnos de lo que Dios está haciendo y no en lo que no está haciendo, de las promesas que no se cumplieron

Debemos aprender la lección que Jesús le estaba enseñando a Juan, Jesús pudo haber intervenido pero no lo hizo y sabemos la forma cómo murió Juan: decapitado (Mt.14:1,12)

“Bienaventurado el que no dude de mi”, dijo Jesús, el que no se ofende de mi.

Lo que alimente mi corazón se hará evidente en lo que digo, siento, etc.

·         Debo decidir alimentar mi corazón con el testimonio de Jesucristo, registrarlos, proclamarlos.

·         Ofrecer una ofrenda de alabanza en medio de la tribulación, adorarlo por lo que hace siempre  aunque en ése momento no lo hizo.

·          Rodearme de gente de fe.

·         No exigirle a Dios que tiene que darme una respuesta.

·         Aprender a fortalecerme, nadie tiene la responsabilidad de animarme. En algunas circunstancias nos tambalea   y muchas veces la confianza en Dios no es tan fuerte como quisiéramos, la duda y los temores nos abruman.

La muerte de Juan parecería sin sentido, pero solo si quitamos al Dios soberano de la biografía de nuestra mente. Una vida invertida en la voluntad de Dios, como la de Juan es digna de imitar, es una vida bienaventurada.

Al hablar de la soberanía de Dios, estamos diciendo que Él es Dios, el Supremo Rey, quien hace todo conforme a Su voluntad tanto en el cielo como en la tierra. No hay quien detenga su mano ni pregunte por qué hace lo que hace. (Daniel 4:35)

OREMOS:

Señor, hoy me dices que si te recibo y te acepto me das el derecho de ser hijo de Dios, quiero hacerlo para que empieces a actuar en mi vida de una manera poderosa, que pueda ver en cada momento todo lo que Tú haces, poder agradecerte por todo lo que me das y me enseñes a conocerte como el Dios Soberano que haces lo que quieras sin que nadie pueda preguntarte por qué haces lo que haces. Enséñame a aceptar tu perfecta voluntad. Quiero ser afortunado al no dudar de ti, al no ofenderme contigo. Fortalece mi fe en la medida que alimente mi corazón con lo que Tú haces. Gracias Señor, en el nombre de Jesús. Amén.

 

 

 

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