Cuando recibimos y aceptamos a Cristo en nuestro corazón, él nos
da el derecho de ser hijo de Dios, heredero y coheredero de una herencia
espiritual en el cielo y también nos hace miembros de la familia de Dios.
El apóstol Pablo dice en el libro de Efesios 2:18 (PDT): Por lo tanto,
ustedes que no son judíos, ya no son extranjeros, sino ciudadanos con el pueblo
santo y forman parte de la familia de Dios.
¡Esto es algo grandioso!
No solo somos parte de una familia terrenal, sino que también somos
parte de la familia de Dios.
Y ¿qué significa ser parte de la Familia de Dios?
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Ser parte de la familia de Dios significa que ahora tengo un
Padre celestial y
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Que puedo conocer y experimentar su amor, su paz, su gozo, su
perdón, su fidelidad, su misericordia, su guía, su provisión, su protección.
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Significa que el pecado que me separaba de Él fue demolido por
la cruz de Jesucristo,
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Significa que ahora estoy en paz con Él y puedo tener acceso
ante Su presencia en oración por medio de su Hijo,
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Significa que tengo una herencia eterna.
Si gozamos de muchos
privilegios de nuestra familia terrenal, ¿cuánto más de nuestra familia
espiritual?
REFLEXIÓN: Si aún no te has hecho miembro de la Familia de Dios, ¿qué
te impide hacerlo?
ORACIÓN. Padre, en el nombre de Jesús, te doy gracias por hacerme
parte de tu familia y aunque no comprenda la magnitud de lo que esto significa,
quiero ser parte de ella. Es por eso, que recibo y acepto a Tu Hijo en mi
corazón como el Señor y Salvador de mi vida. Amén.
Gracias señor, porque Gracias a ti hoy puedo contar con mi familia de sangre y mi familia de la fe, gracias señor por ese privilegio de poder tener una familia numerosa y esto es Gracias a ti por hacerme tu hija hoy puedo contar con unos hermanos numerosos, y no sólo eso sino que puedo darme el privilegio de decir que soy hija del Rey de reyes, y del gran yo soy, muchas gracias señor por esa sangre que me ha hecho justa delante del padre, a ti sea toda la gloria y toda la exaltación.
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