La mujer que tiene la oportunidad en la vida de ser madre
goza de un gran privilegio. De importancia crucial es, pues, que la mujer sea
consciente que el honor de dar vida a otro ser humano proviene directamente de
Dios.
La Biblia resalta muchas mujeres
valientes, abnegadas, humildes y de fe. Entre todas resalta a María, Dios puso
sus ojos en ella para cumplir el más grandioso de los planes jamás ideado por
Él: la
redención de la raza humana.
Esta joven hebrea por supuesto
que reunía muchas cualidades hermosas, aunque sin que la idolatremos podemos
imitarla como el mayor modelo y ejemplo de madre.
Demostró sumisión completa al plan divino, obediente al
punto de no detenerse a pensar lo que afectaría su reputación. Si en este
tiempo María hubiese salido embarazada siendo soltera, hubiera sido un caso
entre tantos. Pero en su época, era considerado como un delito digno de muerte,
llevando lo que parecía el fruto de la fornicación y más al estar desposada con
José.
No obstante, al recibir el
mensaje del ángel Gabriel dijo: “Hágase conmigo conforme a tu Palabra”. (Lucas
1:38). Ella aceptó el reto, entendió que ser la madre del Mesías, le
haría una mujer bienaventurada entre todas las generaciones.
Debemos ver a nuestros hijos como una bendición de Dios,
que podamos proporcionarle el calor del hogar, demostrarle nuestro amor con
palabras, hechos y acciones y ser conscientes del privilegio y honor que el
Señor nos ha dado de dar vida a otro ser humano.
La fe de María vino por el
conocimiento que tenía de La Palabra, el Magnificat (Lucas 1: 46,56) delata
el profundo conocimiento que tenía tanto de su condición espiritual como el de
las Escrituras. Esto la ayudó a entender la profecía del ángel y a desbordarse
en adoración a Dios.
REFLEXIÓN:
·
¿Qué tanto conocemos La Palabra de Dios?
·
¿Cómo vemos a nuestros hijos?
Las reacciones que tenemos por las circunstancias evalúan
la percepción que tenemos de nuestros hijos y el nivel de adoración a Dios.
Oro, para que decidamos cada vez
más conocer La Palabra, y que seamos conscientes del gran privilegio que Dios
nos ha dado.
DIOS BENDIGA A
NUESTROS HIJOS
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