El plan de Dios es que los
seres humanos dependan unos de otros. Desde niños dependemos totalmente de
otros, pero después nos fuimos haciendo independientes. Sin embargo, esta
independencia personal, que es un logro decisivo en la vida, debe tener su
medida.
La vida humana lograda es interdependiente, es decir, todos necesitamos de todos. Todos
jugamos en varios equipos: la familia, nuestro entorno profesional, laboral,
eclesiástica, ciudad, país; la humanidad entera.
El apóstol Pablo ilustra
este concepto en el capítulo 12:12,26
de 1Corintios donde dice que un solo cuerpo tiene muchos miembros
pero todos son indispensables y se preocupan los unos por los otros. El ojo no
puede decirle a la mano: no te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies. De
manera que si un miembro padece todos los miembros se conduelen de él.
Con este
simbolismo La Palabra destaca la interdependencia; todos necesitamos de todos.
Podemos ser
interdependientes, pero tenemos que comprender que se avanza más trabajando en equipo, que
necesitamos enriquecer nuestros pensamientos con los de otras personas, que mi
vida debo plantearla buscando compartir profundamente y significativamente con
otras personas especialmente con los de mi familia. Cada
miembro de la familia tiene un efecto sobre los pensamientos de otro miembro,
así como sus sentimientos y acciones, y estos efectos son recíprocos: cuando un
miembro de la familia cambia, afecta a toda la familia. Las emociones o
acciones experimentadas por un miembro de la familia puede ser transmitida a
los miembros de la familia.
REFLEXIÓN:
¿De
qué manera estoy afectando a los miembros de mi familia con mis emociones y
acciones?
¿Los
estoy afectando de manera positiva?
¿Los
estoy uniendo?
Agradece cada gesto, cada favor que recibas de cada miembro de tu
familia por pequeño que sea.
RETO
PARA HOY Y PARA TODOS LOS DÍAS:
Realiza un plan para este fin de semana que haga sonreir a los
miembros de tu familia.
DIOS BENDIGA A NUESTRA FAMILIA
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