Durante la Edad de Hielo, muchos animales murieron a causa del
frío. Los erizos dándose cuenta de la situación, decidieron unirse en grupos.
De esa manera, se abrigarían y se protegerían entre sí. Pero las espinas de
cada uno herían a los compañeros más cercanos, lo que justo ofrecía el calor.
Por lo tanto, decidieron alejarse unos de otros y empezaron a morir congelados.
Así que tuvieron que hacer una elección, o aceptaban las espinas de sus compañeros
o desaparecerían de la tierra. Con sabiduría decidieron volver a estar juntos.
De esa forma aprendieron a convivir con las pequeñas heridas que la relación
del otro muy cercano podría ocasionar, ya que lo más importante era el calor
del otro. De esa forma pudieron sobrevivir.
La mejor relación que se puede dar entre las personas no es aquella
que nos une a alguien “perfecto”, sino es aquella en que cada individuo aprende
a vivir con los defectos de los demás y admirar sus cualidades.
Recordemos el versículo de ayer:
Es mejor ser dos que uno, porque
ambos pueden ayudarse mutuamente a lograr éxito. Si uno cae, el otro puede
darle la mano y ayudarle; pero el que cae y está solo, ese sí que está en
problemas”.
(Eclesiastés 4: 9,10)
Amémonos, pues, mutuamente a buscar esta comunión con nuestra familia. Disfrutémosla, esforcémonos para saber gozarnos todos juntos.
GLORIA a Dios por su palabra
ResponderEliminarAmémonos, pues, mutuamente a buscar esta comunión con nuestra familia. Disfrutémosla, esforcémonos para saber gozarnos todos juntos.