Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y
cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como
también Juan enseñó a sus discípulos. Y les dijo:
Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el
cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y
perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que
nos deben. Y no nos metas en tentación, más líbranos del mal; porque tuyo es el
reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.
Lucas 11: 1,4; Mateo 6: 13 VRV.
“La oración es
el fósforo que enciende La Palabra de Dios y la hace arder en nuestro corazón.
Es la llave que abre la puerta a los recursos del cielo. Es el interruptor que
enciende la luz de la verdad. Es el control que abre la esclusa para que puedan
fluir los ríos de la bendición divina.” (William S. Piper)
Oro para que el Espíritu de gracia y oración que ha
sido derramado sobre los que seguimos a Cristo, no solo nos revele la santidad
y el juicio de Dios, sino que produzca en nosotros pasión por la oración, en el
nombre de Jesús. Amén. Gracias Señor.
DIOS TE BENDICE.
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