¡Bendito sea el Padre de nuestro Señor Jesucristo que convierte
nuestros fracasos en bendición!
Después
que arrestaron a Jesús, Pedro lo siguió desde lejos, llegó hasta el patio del
jefe de los sacerdotes y allí se sentó con los guardias junto al fuego, para
calentarse. Mientras tanto, Jesús estaba ante el jefe del sacerdote. Allí lo
estaban golpeando, escupiendo, y con los ojos vendados lo abofeteaban y le
decían: ¡adivina quien te pegó!.
Una
sirvienta del jefe del sacerdote vio a Pedro y le dijo: “Tú siempre estabas con
Jesús, el hombre de Nazareth”. No sé de que me hablas. Le contestó Pedro. Y en
ése momento, cantó el gallo. Un poco más tarde, la sirvienta comenzó a decirles
a los otros: “No hay duda de que ese hombre es uno de ellos. Pedro juró: ¡Que
me caiga una maldición si les miento! ¡No conozco a ese hombre del que hablan!.
Inmediatamente, el gallo cantó por segunda vez y Pedro se acordó lo que Jesús
le había dicho: “Antes que el gallo cante dos veces, tú habrás dicho tres veces
que no me conoces. Y Pedro se echó a llorar con mucha tristeza.
No
cabe duda que cada una de las lágrimas de Pedro era evidencia de un arrepentimiento
genuino y real. Y éste es el arrepentimiento que nos da perdón de pecados, un nuevo nacimiento y una nueva vida llena de
frutos para el Señor.
La tristeza que
viene de Dios lleva al arrepentimiento y realiza una obra de salvación que no
se perderá. Por el contrario, la tristeza que inspira el mundo provoca muerte.
2 Co.7:10 (BLA)
Te invito a que oremos juntos::
Señor, quiero tener una nueva vida en
ti, es por eso que te pido en el nombre de Jesús que tu Espíritu Santo me dé
convicción de pecado y produzca en mí arrepentimiento genuino. Gracias Señor.
Amén.
REFLEXIÓN
·
- Cuál es el arrepentimiento que quiere el Señor que experimentemos?
- Lo haz experimentado? Cuándo fue la última vez?
- Pídele al Espíritu de Dios que lo produzca en ti para que tengas un nuevo comienzo.
¡DIOS TE
BENDICE!
Muy Buenos días Bendiciones. La Gloria sea para Dios por qué Creemos que su poder se perfecciona en la debilidad. Y la debilidad nos hace llegar a un arrepentimiento genuino lo cual producirá en nosotros un nuevo nacimiento y una vida llena de frutos para el Señor.
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