Cierto
día Jesús cuenta la parábola de dos constructores: uno construyó su casa sobre
una roca sólida y otro la construyó sobre la arena. Al que construyó la casa
sobre la roca le podrán venir lluvias a cántaros, inundaciones y vientos que
golpeen la casa que no se vendrá abajo. Pero al que construyó la casa sobre la
arena se derrumbará.
Al
primero lo comparó con un hombre sabio porque escucha La Palabra y la obedece y
al segundo lo comparó con un hombre necio porque también escucha La Palabra pero no la obedece. (Mat, 7: 24,27)
Cuando
escuchamos La Palabra y no la obedecemos, es como si vemos nuestra cara en
un espejo, nos vemos a nosotros mismos y luego que nos
alejamos nos olvidamos quiénes somos. Pero si nos miramos atentamente en La
Palabra y la practicamos y no olvidamos lo que escuchamos, Dios nos bendecirá
por la obediencia. (Stgo.1:23,25)
Involucremos
nuestro corazón a La Palabra de Dios, y entre más tiempo pasemos meditando en
ella, Cristo se infundirá más en nuestras vidas y poco a poco se llevará a cabo
la transformación en nuestro ser porque obedecemos a Su Palabra.
REFLEXIÓN:
La Palabra de Dios primero se oye y tenemos dos opciones:
1.Llevarla a
la práctica.
2.Ignorarla.
* Cuál de las opciones elijo?
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