Nuestra mente es un sorprendente regalo de Dios. Nos las equipó para pensar, razonar, imaginar, conocer, recordar y entender.
Pensar es una actividad que hacemos todo el tiempo,
aun estando dormidos estamos pensando. Podemos ser buenos razonadores llenos de
lógica y sentido común, pero al mismo
tiempo ser débiles en creatividad y en ver posibilidades. O podremos ser
soñadores y olvidarnos practicar el sentido común. Tenemos la opción de escoger
o seleccionar qué tipo de pensamientos aceptamos en la mente. Somos realmente lo que
pensamos, no lo que hacemos .( Pr.23:7) RV1960.
Los pensamientos preceden a las palabras, emociones,
actitudes y acciones y el Señor nos advierte que seamos cuidadosos porque éstos
determinan nuestro futuro. Si queremos
experimentar una nueva vida en Cristo, si deseamos agradar a Dios conociendo Su
voluntad, si anhelamos ser libres de amargura, de depresión, angustia, etc;
debemos transformar nuestra mente por La Palabra de Dios.
Recordemos que
La Palabra es una semilla que produce un nuevo nacimiento con la intervención
del Espíritu Santo. Él actúa en nuestros corazones endurecidos transformándolos
y quebrantándolos, pero necesita que nos unamos a Él escuchando, meditando y
estudiando La Palabra, creando hábitos diarios para que pueda hacer Su obra
La Palabra de Dios dice:
“No imiten las conductas ni las costumbres de éste mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta. (Ro.12:2) NTV
REFLEXIÓN:
Ø De qué clase de pensamientos estoy llenando mi mente?
Ø Soy consciente de la importancia de La Palabra de Dios para determinar mi futuro?
Ø Desarrollaré un hábito diario de escuchar, aprender La Palabra de Dios?
¡DIOS TE BENDICE!
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