En la parábola de la Fiesta de
bodas, el rey extiende tres invitaciones de las cuales las dos primeras son
rechazadas. Pero en la tercera él les dice a sus mensajeros que traigan al
banquete a todas las personas que encuentren en el camino. (Mateo 22: 1,14). RVR
En este contexto, la
invitación es un “llamado” a vivir una vida junto a Cristo, una invitación a
algo más que una vida centrada en nosotros mismos, una invitación a ser sus
discípulos y finalmente una invitación a estar con él por la eternidad.
Notemos que en la tercera
invitación el rey envió a sus mensajeros a traer a toda clase de personas. Es
lo mismo con nuestra invitación. No importa nuestro pasado, nuestros
conocimientos, circunstancias; en Cristo, Dios nos
escogió antes de la fundación del mundo, para que fuéramos su pueblo santo.
(Efesios 1:4) RVR
Dios ya decidió que fuésemos sus escogidos. De la manera como respondamos a la
invitación determinará a qué grupo pertenecemos. Tú
y yo decidimos si somos llamados o somos escogidos.
Si hemos recibido a Cristo, también
hemos recibido su Espíritu, y Él nos da la gracia de responder a ese llamado de
Dios produciendo en nosotros arrepentimiento y poder considerarnos como
escogidos de Dios.
ORO para que podamos
decidir y elegir la mejor parte: ser escogidos de Dios para ser parte de su
reino y estar con él por la eternidad. En el nombre de Jesús. Amén.
DIOS TE BENDICE.
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