Los hijos de Dios cometen pecados, por supuesto, pero piden a Dios que los perdone y luego siguen sirviéndole.
Es preciso tener la plena convicción que el Padre nos rescató del reino de la oscuridad y nos trasladó al reino de su Hijo amado, quien compró nuestra libertad y perdonó nuestros pecados. Él pagó el precio para liberarnos de la esclavitud del pecado. (Colos.1: 13, 14) Por lo tanto, los hijos de Dios no se caracterizan por practicar el pecado, porque el Hijo de Dios los mantiene protegidos, y el maligno no puede tocarlos. (1Jn.1:18).
Es preciso tener una actitud de fe en la obra de Cristo en la cruz y la acción de fe de tomar su Palabra, depender del Espíritu Santo para superar la tentación cuando clamemos: mas líbranos del mal. (Mat.6:13).
OREMOS:
Padre nuestro que estás en los cielos, te alabamos y santificamos tu Nombre porque nos has libertado de la esclavitud del pecado a través de la obra que hizo tu Hijo amado en la cruz, porque nos rescataste del reino de las tinieblas al reino de Cristo y por lo tanto, el maligno no tiene ninguna autoridad sobre nosotros. Y aunque sigamos cometiendo pecado, tú nos has dado a tu Espíritu para que produzca arrepentimiento y no volver a caer en él.
Te damos gracias porque si tenemos una actitud de fe al creer tu verdad y la acción de fe de ordenar nuestras vidas según tus principios, el maligno no podrá tocarnos y cuando clamemos: mas líbranos del mal; saldremos victoriosos en el nombre de Jesús. Amén.
DIOS TE BENDICE.
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