Cuando el pecado se convierte en hábito, forma parte de las costumbres y hasta lo "vemos normal"; estamos practicando pecado. Pero si le pedimos al Espíritu Santo que nos reprenda y produzca arrepentimiento cada vez que el pecado nos alcance, impedimos que el pecado nos domine.
La salvación es un constante acudir a Dios para que nos limpie de pecado y nos perdone para no pecar más. Este recurrir a él es una sincera confesión de nuestros pecados, es arrepentimiento y no caminar hacia el pecado.
Por lo tanto, los hijos de Dios no se caracterizan por practicar el pecado, porque el Hijo de Dios los mantiene protegidos, y el maligno no puede tocarlos. (1 Jn.1:18).
Es preciso tener una actitud de fe en la obra de Cristo en la cruz y la acción de fe de tomar La Palabra, depender del Espíritu Santo para superar la tentación cuando clamemos: mas líbranos del mal. (Mat.6:13).
OREMOS:
Padre nuestro que estás en lo cielos, santificamos tu Nombre por tu protección, por ese amor tan grande que mostraste al darnos a tu Hijo para que nos diera salvación y vida eterna, por darnos a tu Santo Espíritu para que nos convenciera de pecado y produjera en nosotros un nuevo nacimiento.
Santificamos tu Nombre por tu Palabra que nos enseña a no practicar el pecado y así recibir la promesa de tu protección contra el maligno cuando te clamemos: "mas líbranos del mal".
Gracias, Señor, en el, nombre de Jesús. Amén.
DIOS TE BENDICE.
Comentarios
Publicar un comentario