Simón, a quien Jesús
le cambia el nombre por Pedro, llevaba quizás una vida normal, en su trabajo
habían días buenos y días muy regulares. Jesús lo visita en su área de trabajo
y aunque no era pescador sino un carpintero, Pedro no subestima Sus palabras y no pierde la oportunidad de intentar
de nuevo echar las redes mar adentro. Y ¡qué sorpresa!
A partir de este momento
Pedro no fue el mismo: decidió
seguir a Jesús, decidió no seguir siendo un pescador común y corriente
para convertirse en su discípulo.
Jesús lo hizo un
hombre de renombre, fue conocido después como el líder de la Iglesia cristiana
en Jerusalén. Pedro, ejerció el poder de líder de los 12 discípulos, era el
portavoz del grupo.
Cuando llegó el
momento de elegir quien iba a remplazar a Judas, él tomó la iniciativa
basándose en lo que ya estaba escrito en los Libros de
Salmos 69:25 y 109:8.
Cuando todos estaban
sorprendidos y asombrados por el bautizo del Espíritu Santo en el día de
Pentecostés; él fue quien se puso de pie junto con los 11 discípulos y alzó la
voz para que todos escucharon, había gente de todas las naciones. Explicó lo
que había sucedido, no estaban ebrios, era el cumplimiento de las profecías de Joel (2:28,29) y de Juan el Bautista. (Luc.3:16) Pedro citó otros Salmos de David explicando
las profecías que hablaban del Mesías que resucitaría.
Los que hicieron caso
al tremendo mensaje se bautizaron y se unieron al grupo de creyentes más de 3
mil personas. (Hechos 2: 1,36).
Pedro no perdió la oportunidad del llamado de Jesús y de
obedecer cuando le dijo: “boga mar adentro”. En Cristo, desarrolló su liderazgo
basado en el conocimiento de La Palabra.
REFLEXIÓN:
·
¿Qué fue lo que hizo a Pedro
diferente?
·
¿Qué puedo aprender de Pedro?
·
¿Realmente valoro el llamado que
Jesús me ha hecho?
Oro al
Padre para que el poder de Su Espíritu me dé la revelación para no subestimar
el llamado de Jesús y así pueda desarrollar el plan que Él tiene para mí. En el
nombre de Jesús. Amén.
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