Recordemos que ni los errores, ni los fracasos, ni el pasado, ni
quiénes somos determinan cómo vamos a terminar, sino lo que le permitimos al
Espíritu de Dios hacer de nosotros.
Los publicanos del nuevo testamento eran
clasificados junto a las prostitutas, los gentiles y los pecadores como
criminales. Por esa razón los fariseos le preguntaron a los discípulos de Jesús
por qué su Maestro estaba cenando con los recaudadores de impuestos y con los
pecadores. (Mateo 9: 10,11). La tradición judía los convertía en impuros desde el punto de vista ritual y
por lo tanto, no podían participar en la vida religiosa de Israel. Incluso,
pasar tiempo con ellos podría inmediatamente empañar la reputación de una
persona buena.
Eran gente corrupta que explotaban al pueblo y el
sistema de recaudación se los permitía y de hecho los favorecía. El imperio
romano decidía cuánto dinero querían recaudar en un área determinada del país.
Una vez fijada la cantidad vendían la concesión a un recaudador, este
recaudador pagaba por anticipado el dinero al imperio romano y su negocio
consistía en recaudar tanto como le fuera posible. El beneficio se obtenía,
naturalmente no cobrando únicamente la cantidad adelantada, sino el máximo
posible por encima de la misma. Es obvio, que se prestaba a la corrupción y al
abuso, además, los publicanos contaban con la ayuda de las temidas legiones de
Roma.
Desde este contexto Jesús llama a Mateo para que le
siga, transformó su pasado en una bendición no solo para él sino para que
millares de hombres de negocios, funcionarios públicos y políticos escucharan a
Jesús. Fue el medio de mantener las puertas abiertas de par en par para la
multitud de personas rechazadas y excluidas.
Jesús le enseña a Mateo igual que a nosotros que el trabajo y el uso
de las finanzas deben ser ajustados a los principios del reino de Dios porque
pertenecemos a él. La honradez, las
ganancias justas, las prácticas de negocios justos, el engaño, el trato con los
trabajadores, la riqueza, las inversiones, el ahorro, el pago de impuestos, el
liderazgo, etc. Mateo en su evangelio, nos da una visión bien amplia y
equilibrada de los medios económicos para el servicio del reino.
La Palabra de Dios nos da la sabiduría para actuar en armonía con ella
y nos ayuda a vivir de la forma que le agrada al Señor utilizando nuestro temperamento
y talentos para su gloria.
Seamos sensibles a su voz para que el plan que tiene para nosotros se
cumpla igual como sucedió con Mateo y sigamos adelante.
Más vale adquirir sabiduría que oro; más vale adquirir
inteligencia que plata.
Prov.16:16.
REFLEXIÓN:
¿Cuáles principios del reino estoy
aplicando a mis finanzas?
¿Cuáles me hacen falta?
DIOS TE BENDICE
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