Les digo la verdad: si alguien oye mis palabras y cree en el que me
envió, tiene vida eterna y no será juzgado, porque ya ha pasado de la muerte a
la vida.
Juan 5: 24 PDT
El
hombre puede escoger dos destinos: condenación y muerte o vida. Jesús sostiene
que al oír su palabra y el creer en el que lo envió (Su Padre) son conceptos
inseparables, conducen a la vida eterna, es decir, vivir con Dios para siempre.
Aquí
se describe en términos de un traslado de la condenación y muerte a la vida, la
cual se efectúa al instante que uno deposita su fe en el Hijo de Dios.
Notemos
los verbos en tiempo presente: “oye”, “cree” y “tiene”. Estos describen una actitud dinámica de relación personal y
resultados vivificantes que son actuales y eternos.
El
pecado es la muerte del alma. Un hombre muerto en delitos y pecados no tiene
ningún deseo por lo espiritual. Un pecador regenerado se convierte en un alma
viviente, vive una vida de santidad y experimenta un nuevo nacimiento.
Ha
recibido el perdón judicial.
¡Nadie
como nuestro Dios!
OREMOS:
Padre,
gracias por enviarnos a tu Hijo para que pudiéramos tener vida eterna. Gracias
porque al oír La Palabra, creer en ella y tenerla podemos convertirnos en nueva
creación, experimentar tu santidad y perdón judicial. Gracias Jesús por dar tu
vida por nosotros. Amén.
DIOS TE BENDICE.
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