Existe una historia de una joven
esposa que durante la guerra siguió a su esposo hasta un campamento militar
cerca del desierto de California. Las condiciones de vida eran primitivas y por
eso, su esposo se había opuesto a que lo siguiera, pero ella quería estar con
él.
El único alojamiento que encontraron
fue una choza medio construida, cerca de una aldea india. El calor era
insoportable durante el día, 45° a la sombra. El viento soplaba constantemente
esparciendo polvo y arena sobre todas las cosas. Los días eran largos y
aburridos. Sus únicos vecinos eran los indios y ninguno de los cuales hablaba
inglés. Cuando a su esposo le ordenaban adentrarse en el desierto para dos
semanas de maniobras, la soledad y las miserables condiciones de vida acabaron
por derrotar a la esposa. Escribió a su madre diciéndole que volvía a casa. ¡No
podía soportar más la situación!
A los pocos días recibió la
respuesta de su madre que incluía dos líneas: “Dos hombres miraban a través de los barrotes de la misma
cárcel: el uno veía lodo y el otro veía estrellas”. La mujer al leer
estas dos líneas se sintió avergonzaba de sí misma. En realidad, no quería
abandonar a su esposo. Entonces pensó: “Miraré estrellas”. Así que en los
siguientes días se propuso hacer amistad con los indios pidiéndole que la
enseñaran a tejer y a hacer cerámica. Al principio eran recelosos, pero pronto
vieron su interés genuino y le brindaron su amistad. Se familiarizó con ellos.
Pidió a su madre que le enviara libros, estudió las formas de cactus y de las
yucas propias del lugar. Coleccionó conchas marinas que habían quedado en las
arenas cuando estas habían sido el suelo del océano. Y a medida que estudiaba
el desierto, este cambiaba de un lugar desolado a uno de belleza.
Con el tiempo llegó a ser tan
experta en esta área que escribió un libro. ¿Qué había cambiado? Ni el desierto ni los indios. Había
cambiado su actitud y eso había transformado una experiencia miserable en una
altamente gratificante.
Recordemos que la vida fue creada
por Dios para incluir una multitud de experiencias agradables, pero también fue
diseñada con una carrera de obstáculos para desarrollar carácter, para que
crezcamos espiritualmente y nuestras mentes sean transformadas en la misma
actitud que tuvo Cristo.
“Dejen
que el Espíritu les renueve los pensamientos y las actitudes” (Efesios 4:23) NTV. Y esto solo se
logra llenándonos de La Palabra de Dios.
REFLEXIÓN:
¿Qué
estoy mirando detrás de la situación que estoy viviendo? ¿Lodo? ¿Estrellas?
¡Que la paz de Dios siga llenando tu
vida!
DIOS TE BENDICE.
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